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Negocio Especial
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Edificio de 11P + 24 cocheras - Chalecito y piso 10° con vista al obelisco
Edificio de 11 pisos - en semipisos - con chalet en terraza, 10.000m2 parcialmente rentado - Con oferta firme sobre la mesa, es posible entregarlo sin renta, negociación por nuestra cuenta, quedan sólo 6 locatarios.
El chalecito y el piso 10° que estaba ocupado, ya fue desalojado judicialmente, así que, está eliminado el principal obstáculo para su venta libre de ocupantes e intrusos.
El edificio tiene subdivisión catastral registrada, sólo resta redactar el Reglamento de Copropiedad y Administración - Venta firme - Escritura inmediata - Consultas en el whatsapp con datos personales y teléfonos.
Conocé la historia y sé parte de élla.
Los porteños canchereamos con que tenemos la avenida más ancha del mundo, aunque el Guinness nos haya mojado la oreja en el 2006 al bajar a la 9 de Julio del libro de los récords y poner en su lugar al Eje Monumental de Brasilia (250 metros contra 140, supuestamente). Pero momento, que el ego no decaiga. Parémonos junto al Obelisco, miremos hacia arriba, en dirección a Sarmiento y Cerrito, y, tras agradecerle a Dios por ser argentino, notemos que siempre hay un motivo de alarde. Ahí está. Ahí, recortado sobre el cielo. Ahí, desde hace noventa años exactos. A ver: ¿qué megalópolis tiene, en pleno centro, un chalet de dos plantas más desván construido sobre la terraza de un edificio de nueve pisos, eh? Que nos responda el mundo de las conjuras antiargentinas.
La obra no fue idea de un Gaudí criollo ni de un artista megalómano y sofisticado con pretensión de inmortalidad. Fue de un mueblero valenciano que quería dormir la siesta. ¿Cómo? Vayamos hacia atrás, hasta finales del siglo XIX: Rafael Díaz, joven inmigrante que había trabajado de mozo, era vendedor en una mercería de la calle Chacabuco. Trabajaba todo el día y dormía junto al mostrador del negocio o sobre él. Hasta que su jefe lo alentó a lo jefe, con promesas de mejoras en el más allá: “Usted va a ir al paraíso, Rafael, usted tiene un chalecito reservado en el cielo”.
Díaz se lo tomó en serio, pero no esperó ayuda divina post mortem. Fue por la opción terrenal: decidió escalar la pirámide social, en épocas en que esas hazañas eran posibles. Lo logró. Se convirtió en el dueño de una mueblería que ocupaba el edificio de Sarmiento y Cerrito, también de él. En 1927, la frutilla del postre: inauguró un chalet –similar a uno que había visto en la Mar del Plata de la belle époque– construido en la azotea o, para que suene más glamoroso, en la cima: dos plantas (más de 200 metros cuadrados) y altillo. Un chalet algo raro, sobre todo por su ubicación. Las razones son prosaicas: Díaz vivía en Banfield y viajaba en tren hasta el centro todos los días; no podía volver a su casa cada mediodía para comer y tirarse un rato. En el chalet, su segundo hogar, pudo almorzar y dormir la siesta. Por las noches, volvía a Banfield en tren.
Más: le instaló un cartelón que decía Muebles Díaz: excelente publicidad en la altura. Más: en 1929 compró una antena de radio y, a través de la frecuencia 630 del dial, lanzó LOK Radio Muebles Díaz. Desde el chalet, emitía promociones del negocio alternadas con música (cuando la radiofusión se reguló, esa frecuencia pasó a ser la de Radio Rivadavia). Más: los cambios urbanos lo favorecieron: desde allá arriba, vio cómo, en 1936, a apenas 100 metros, se irguió el Obelisco, y cómo en 1937 se inauguró el primer tramo, 500 metros, de la 9 de Julio. Crecía la ciudad y también su negocio, a través de ventas a crédito, por catálogo, a todo el país. En los ‘40 y ‘50, “Muebles Díaz, la casa del chalecito” llegó a ser una de las mayores de América Latina. Su dueño compró propiedades en Buenos Aires y Mar del Plata. El sueño (sud)americano estaba cumplido.
Nueve décadas después de su inauguración, aquel chalet –declarado en 2014 patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires, por lo que no puede ser modificado sin previa intervención de la Secretaría de Cultura– está rodeado de misterio. Los carteles publicitarios, (no de la mueblería, que ya no existe) lo tapan parcialmente, si uno intenta mirarlo desde la calle. La entrada está prohibida, incluso para arquitectos o investigadores extranjeros que quieren conocerlo por dentro. Los herederos de Díaz dirimen en la Justicia qué porcentaje de la propiedad le corresponde a cada uno y, por el momento, una de ellos lo usa como una suerte de estudio/oficina. Cada piso del edificio (que sigue perteneciendo a la familia y que no está subdividido) tiene 800 metros cuadrados y es alquilado a firmas importantes. Fuente:Clarín
La subdivisión catastral del edificio ya fue realizada, sólo resta el Reglamento e Copropiedad, , cosa que no se hace, por el interés de vender en block.
El chalecito y el piso 10° que estaba ocupado, ya fue desalojado judicialmente, así que, está eliminado el principal obstáculo para su venta libre de ocupantes e intrusos.
El edificio tiene subdivisión catastral registrada, sólo resta redactar el Reglamento de Copropiedad y Administración - Venta firme - Escritura inmediata - Consultas en el whatsapp con datos personales y teléfonos.
Conocé la historia y sé parte de élla.
Los porteños canchereamos con que tenemos la avenida más ancha del mundo, aunque el Guinness nos haya mojado la oreja en el 2006 al bajar a la 9 de Julio del libro de los récords y poner en su lugar al Eje Monumental de Brasilia (250 metros contra 140, supuestamente). Pero momento, que el ego no decaiga. Parémonos junto al Obelisco, miremos hacia arriba, en dirección a Sarmiento y Cerrito, y, tras agradecerle a Dios por ser argentino, notemos que siempre hay un motivo de alarde. Ahí está. Ahí, recortado sobre el cielo. Ahí, desde hace noventa años exactos. A ver: ¿qué megalópolis tiene, en pleno centro, un chalet de dos plantas más desván construido sobre la terraza de un edificio de nueve pisos, eh? Que nos responda el mundo de las conjuras antiargentinas.
La obra no fue idea de un Gaudí criollo ni de un artista megalómano y sofisticado con pretensión de inmortalidad. Fue de un mueblero valenciano que quería dormir la siesta. ¿Cómo? Vayamos hacia atrás, hasta finales del siglo XIX: Rafael Díaz, joven inmigrante que había trabajado de mozo, era vendedor en una mercería de la calle Chacabuco. Trabajaba todo el día y dormía junto al mostrador del negocio o sobre él. Hasta que su jefe lo alentó a lo jefe, con promesas de mejoras en el más allá: “Usted va a ir al paraíso, Rafael, usted tiene un chalecito reservado en el cielo”.
Díaz se lo tomó en serio, pero no esperó ayuda divina post mortem. Fue por la opción terrenal: decidió escalar la pirámide social, en épocas en que esas hazañas eran posibles. Lo logró. Se convirtió en el dueño de una mueblería que ocupaba el edificio de Sarmiento y Cerrito, también de él. En 1927, la frutilla del postre: inauguró un chalet –similar a uno que había visto en la Mar del Plata de la belle époque– construido en la azotea o, para que suene más glamoroso, en la cima: dos plantas (más de 200 metros cuadrados) y altillo. Un chalet algo raro, sobre todo por su ubicación. Las razones son prosaicas: Díaz vivía en Banfield y viajaba en tren hasta el centro todos los días; no podía volver a su casa cada mediodía para comer y tirarse un rato. En el chalet, su segundo hogar, pudo almorzar y dormir la siesta. Por las noches, volvía a Banfield en tren.
Más: le instaló un cartelón que decía Muebles Díaz: excelente publicidad en la altura. Más: en 1929 compró una antena de radio y, a través de la frecuencia 630 del dial, lanzó LOK Radio Muebles Díaz. Desde el chalet, emitía promociones del negocio alternadas con música (cuando la radiofusión se reguló, esa frecuencia pasó a ser la de Radio Rivadavia). Más: los cambios urbanos lo favorecieron: desde allá arriba, vio cómo, en 1936, a apenas 100 metros, se irguió el Obelisco, y cómo en 1937 se inauguró el primer tramo, 500 metros, de la 9 de Julio. Crecía la ciudad y también su negocio, a través de ventas a crédito, por catálogo, a todo el país. En los ‘40 y ‘50, “Muebles Díaz, la casa del chalecito” llegó a ser una de las mayores de América Latina. Su dueño compró propiedades en Buenos Aires y Mar del Plata. El sueño (sud)americano estaba cumplido.
Nueve décadas después de su inauguración, aquel chalet –declarado en 2014 patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires, por lo que no puede ser modificado sin previa intervención de la Secretaría de Cultura– está rodeado de misterio. Los carteles publicitarios, (no de la mueblería, que ya no existe) lo tapan parcialmente, si uno intenta mirarlo desde la calle. La entrada está prohibida, incluso para arquitectos o investigadores extranjeros que quieren conocerlo por dentro. Los herederos de Díaz dirimen en la Justicia qué porcentaje de la propiedad le corresponde a cada uno y, por el momento, una de ellos lo usa como una suerte de estudio/oficina. Cada piso del edificio (que sigue perteneciendo a la familia y que no está subdividido) tiene 800 metros cuadrados y es alquilado a firmas importantes. Fuente:Clarín
La subdivisión catastral del edificio ya fue realizada, sólo resta el Reglamento e Copropiedad, , cosa que no se hace, por el interés de vender en block.
Ubicación
Centro, Capital Federal
Datos básicos
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Precio: USD 7.100.000
Código de aviso: 3NXP_117